" Y el respondió: -Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: -¿Quién te enseño que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: -La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí." Génesis 3,10-13
Llevaba tiempo una idea rondándome en la cabeza a la que no acababa de darle forma hasta el día de hoy, el escribir algo que llevara un poco de mí pero sobre todo de la realidad de las mujeres que comparten conmigo esta coordenada temporal, y un poco de las que nos precedieron, para poder entender cómo va a ser la vida de las mujeres del futuro, vidas que están muy influenciadas por lo que hagamos sus antecesoras.
En mi fuero interno sé que lo que más me ha movido a hacer esto son mis dos pequeñas, de poco más de diez meses, reconozco aquí que lo primero que pensé cuando me dijeron el sexo fue "pobrecitas, lo que van a sufrir", la sociedad actual no está preparada para darles las mismas oportunidades a los hombres y a las mujeres, aún teniendo la suerte de nacer en un pais occidental y en el siglo XXI, las mujeres tenemos mucho que decir, mucho que hacer y no se nos oye, no se nos ve lo suficiente... en muchos sectores, en muchos lugares, por desgracia somos inaudibles, invisibles...
Todas estas reflexiones me han hecho plantearme si metafóricamente "se nos sigue culpando de haber ofrecido el fruto prohibido a Adán, de haber sido culpables de su expulsión del Edén", quizá porque la idea de que se nos trate distinto llevando la misma sangre, no tiene a mis ojos explicación que no sea metafórica, la de que "hayamos sido creadas desde una de sus costillas". Todos sabemos que son metáforas para explicar el concepto de la creación y del pecado, pero ¿por qué se creo primero al hombre?, ¿por qué no pudo Adán coger el fruto por sí mismo en esa fábula, porque la serpiente no le tentó a él directamente? Estos relatos les han servido al hombre desde hace siglos para justificar en muchos casos la supremacía masculina, han hecho mucho daño a la sociedad, un rol que es necesario cambiar y desde mi pequeña parcela de mundo quiero llamar la atención de las injusticias que quedan aún por resolver y de las pequeñas mejoras que también se produzcan.
Me gustaría que dentro de unos años, mis niñas y las de su generación pudieran leer esto y entenderme, ententer la realidad de estos tiempos vista por el prisma de mis ojos, como cada derecho conseguido ha costado, hemos tenido que abrir lo ojos al mundo, poco a poco para no cegarles con tanta luz, mostrales lo que somos, lo que merecemos y mi mayor deseo es que ojalá que entonces las mujeres de mitad de este siglo me entendieran muy poco porque la realidad hubiera cambiado tanto que les parecieran que hubieran pasado siglos en vez de años y mi mayor miedo sería si entonces se hubiera avanzado poco, menos de lo que hubieran deseado, pensaran que su madre no puso su granito de arena para que la vida de cada mujer que aterriza en este mundo fuera mejor.
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