martes, 11 de marzo de 2008

Los verdugos sin alma

Ayer pillé casualmente en la 2 un documental realizado el año pasado por el juez Garzón y el periodista Vicente Romero "El alma de los verdugos" que cuenta la sobrecogedora experiencia de los supervivientes de la "guerra sucia" apartir del golpe de estado de Argentina de 1976, sé que el tema no está centrado en la mujer puesto que lo sufrieron ambos, pero dado que había muchos testimonios femeninos, quise darle una entrada en este blog, a modo de denuncia, muchos culpables están aún sin juzgar, viviendo impunemente junto a sus víctimas, no sé como las organizaciones internacionales no actúan en ello.
Ponía los pelos de punta, mujeres y niñas secuestradas y violadas, vejadas, torturadas de las formas más crueles que podeis imaginar, horrible en todos los puntos.
Pero quizá lo que más me impactó fueron algunos de los relatos, que afirmaban que los verdugos tenían también actuaciones contradictorias, no sólo porque llevaban una doble vida, familiar por un lado y por otro lado, llevaban una vida "profesional" como sanginarios torturadores, sino que además con los propios prisioneros tenían momentos en los que llevaban a presas a cenar, servían cenas copiosas en Navidad o los llevaban de visita a sus familias...aunque me cuesta creer que esa locura global se deba a que actuaban a órdenes o tenían intervalos de mala conciencia (fieles devotos, muchos miembros de la Iglesia les alentaban en estas prácticas, que estan "justificadas por Dios" un ejemplo más en la historia de cómo la Iglesia ocultaba y apoyaba ciertos comportamientos), eran peores que bestias, como decían algunos testimonios, costaba pensar que tenían algo de humanos.
Pero el reportaje también tenía un halo de esperanza, las abuelas y madres de la Plaza de Mayo, que se niegan a pasar página sin saber que fue de sus hijos o nietos, es un ejemplo válido para toda la sociedad, al igual que los pocos supervivientes, que entre su dolor intentan vivir de nuevo. Desde aquí quiero trasmitirles mi más profunda admiración y mi ánimo.

El alma de los verdugos

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